lunes, 30 de mayo de 2016

Nuevo capítulo de "Fieles Adicciones"


¡Hola mis lectores!

Bienvenid@s a la última semana de mayo o la primera de junio, como queráis, jejejeje.
Empezamos con el calorcito aunque todavía no haya llegado el verano. Y parece que apetece más escribir y leer, o al menos tenemos más horas para hacerlo jejejeje. 
A mí me ha dado por ordenar la biblioteca de e-books y uffff... si os digo cuántos libros tengo no os lo creeriaís... Los de tema homoerótico casi todos leídos jajajaja.
Aquí os traigo una nueva actualización de la novela. Ufff qué nervios, ya que el capítulo de hoy es uno de los que más me costó escribir... luego veréis el porqué.

Espero que os guste.
Besos
EmiRose



Nota aclaratoria: Acordaros que es un borrador, que se volverá a revisar cuando se publique la novela completa.


ADVERTENCIA: En esta novela aparecen escenas sexuales explícitas H/H. El libro es SOLO para adultos. Puede vulnerar la sensibilidad de algunos lectores. Los que no estén dentro de estas normas, abstenerse de seguir leyendo. Gracias.



Todos los derechos reservados. All rights reserved.


 

Kyle tiene muchas adicciones, y alguna de ellas son los hombres. ¿Conseguirá tenerlas todas o se atragantará por el camino? Su vida y su pasado podrían impedírselo, pero tal vez tener una vida llena de ellas sea posible, sobretodo si son esas fieles adicciones quienes pueden curar su alma.


Si te apetece también lo puedes leer en:

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CAPITULO 23. VERDADES

Le explicamos la historia a Ryan, y desde entonces está irritable conmigo, con Evan, con el mundo. Primero la tomó con Evan, diciéndole que tenía que haber hecho más, que cómo pudo haberse creído semejante mentira. Luego arremetió contra su madre por haberle abandonado aunque no se supiera porqué. Y luego despotricó contra sus abuelos, tanto unos como otros, aunque aquí ahí, razón no le falta. Son unos hijos de puta, tal como dijo Evan. Accedió sin reparos a hacerse la prueba del ADN, y ahora estamos esperando los resultados. Evan ha ido a buscarlos y el sobre permanece cerrado en la mesa del comedor esperando que alguien de nosotros se atreva a abrirlo. Creo que todos sabemos que dependiendo de lo que haya en ese sobre, va a cambiar nuestras vidas. Aunque si soy sincero conmigo mismo, ya sé lo que hay ahí.
Al final, es Sam quien se acerca y abre el sobre. Lo lea. Mira a los dos y se lo suelta. Porcentaje de probabilidad de paternidad entre Evan Campbell y Ryan Fields en un 99,9%. Evan es el padre biológico de Ryan. Todos nos quedamos mirando los unos a los otros. Temo la reacción de Ryan. Evan se va acercando al chico y le tiende una mano.
— Ryan...
— ¿Por qué? ¿Por qué? —Alcanza a decir el chico mientras se aleja de Evan para llegar hasta mí a darme un abrazo.
Yo le sostengo mientras por encima miro a Evan que quiere acercarse, pero le digo que no con la cabeza. No quiero apresurar las cosas. Poco a poco. Ahora tengo entre mis brazos un chaval asustado, que no entiende nada porque a pesar de lo maduro que es, solo tiene quince años, y hay cosas que a veces son imposibles que nos quepan en la cabeza, sobre todo después de la historia que nos ha contado Evan.
Parece que Evan lo entiende y recula para sentarse en el sofá con la mirada de decepción en su rostro y con un suspiro de resignación, no dice nada más. Sam también permanece callado, y se va hacia la cocina, supongo que a traernos algo para que todo el mundo se tranquilice.
Ryan sale de mis brazos para decirme en voz baja sin querer que lo oigan los demás, aunque no tiene mucho éxito.
— ¿Podemos irnos a casa? Por favor...
Asiento con la cabeza y mientras él me espera delante de la puerta principal, yo me despido con un pequeño beso primero a Sam y luego otro pequeño beso y un abrazo a Evan mientras le digo en el oído.
— Dale un poco de tiempo. Es un buen chico y hablará contigo cuando esté preparado.
Entonces Ryan y yo salimos de casa de Evan para irnos hacia el centro. Hacia nuestra casa, que se ha convertido en nuestro santuario de protección ante las adversidades.
Vamos hacia casa andando, sumidos en un profundo silencio mientras solo se oye algún coche que pasa por la calle. Vuelvo a tener esa sensación de malestar. Un pequeño y mal presentimiento, pero al final decido no hacerle caso porque creo que es debido a todo lo que ha pasado momentos antes.
— Evan no es mi padre, eres tú —dice Ryan interrumpiendo el silencio.
— Vale —le digo no queriendo decir nada más y que sea él mismo quien reflexione.
— ¿No me quieres como hijo ahora? —me pregunta indeciso.
— Te dije que pasara lo que pasara serías mi hijo y sigo manteniendo esa promesa —y me atrevo a decirle—. Pero creo que también podrías incluir a Evan como tal, si le dejaras.
Se encoge de hombros, y veo que realmente no sabe qué decir ni qué pensar. Es demasiado para un chaval de esa edad, pero espero que con el tiempo pueda decidir qué papel va a hacer Evan en su vida, aunque sé que es demasiado pronto para decidir.
Entramos en casa despidiéndonos en la puerta de su habitación con un hasta mañana. Me preocupa mucho toda la situación. No sé si verdaderamente conseguirá llevarlo bien. No quiero que esté enfadado, ni deprimido ni decepcionado. Bastante ha pasado ya en su vida para tener que soportar todo esto que le está viniendo encima.
Me encierro en mi habitación y me dejo caer en la cama. Ni siquiera tengo ganas de corregir los ejercicios de mis alumnos. Necesito pensar qué voy a hacer a continuación, como voy a intentar hacer lo mejor para todos. ¿Quién me mandaría a mí meterme en una relación tan complicada? ¿Y tener un hijo que podría ser mi hermano? Yo mismo me doy cuenta en el berenjenal que estoy metido, pero si lo pienso con detenimiento, me doy cuenta de que realmente lo quiero así. Puedo estar confuso, enfadado, decepcionado, pero quiero que todos estén en mi vida. Sí, tal vez Ryan pueda ser un hermano en vez de un hijo, pero no lo siento así. Mi corazón me dice que soy su padre, aunque tengamos tan poca diferencia de edad. Y mis fieles adicciones, ahí están, siempre pensando en los demás, ayudando todo lo que pueden. Ahora estoy un poco triste porque los dejé a los dos sumidos en una profunda tristeza cuando salimos de la casa, pero es lo mejor para Ryan. Poco a poco espero que todo se vaya estabilizando y arreglando, y que podamos tener la oportunidad de pasar la vida juntos. Pensando así, me quedo dormido sin darme cuenta que ni siquiera me he desvestido.
Por la mañana, me dirijo a la habitación de Ryan, pero después de insistir no me contesta. Voy hasta el comedor del centro pero las monitoras del comedor me dicen que no ha bajado a desayunar. Busco a Anne para que abra la puerta de su habitación con la llave maestra porque ahora sí que estoy preocupado. Normalmente Ryan no es los que se duermen. Abrimos la habitación, y no hay nadie. Vemos su cama, que está deshecha. Tengo miedo que haya hecho una tontería como haberse ido, así que compruebo su armario y veo que toda su ropa está allí. Mientras miro alrededor, le llamo una y otra vez al móvil, pero me sale el buzón. Decido llamar a Evan porque tal vez haya ido a hablar con él, pero allí no está ni tampoco lo ha visto. Anne me dice que no me preocupe, que con todo lo que está pasando el chico es normal que haya querido despejarse un rato. Yo no estoy del todo convencido, pero creo que es mejor que me tranquilice, vaya a desayunar, dé mis clases y luego si no aparece, iré a buscarle.
No me puedo concentrar mientras doy la clase de geografía, y decido que los chavales pinten un mapa. Y mis pensamientos son cada vez más malos y peores. Ese mal presentimiento que hace días que me ronda, me golpea con fuerza.
Han pasado las horas y Ryan sigue sin aparecer. Durante la tarde, todos nos hemos dedicado a buscarle. Evan me está ayudando y Sam se ha ido a comisaría para ver si puede intervenir para que algún policía nos ayude y así podamos saber algo cuanto antes. Incluso me he atrevido a ir a Scissors, donde a última hora de la tarde se agolpan los chavales para pasar el rato. He visto a la pandilla del otro día que se encontró con Ryan, pero no saben nada. Ahora estoy ya a punto de salir para el centro de nuevo.
— Perdone... perdone...  —oigo a mis espaldas.
Y cuando me doy la vuelta, veo a Jim, el chavalillo que creo que está enamorado de Ryan.
— ¿Está buscando a Ryan? —me dice respirando fuerte pues ha corrido hasta llegar donde estaba yo.
— Sí, ¿le has visto? —le pregunto con Evan a mi lado.
— Lo vi esta mañana. Iba con unos señores que no había visto —dice tímidamente.
Me tenso y cada vez estoy más nervioso. Lo primero que pienso es que me han encontrado y se han valido de Ryan, pero siento la mano de Evan en mi brazo mientras se dirige hacia el chico.
— ¿Los podrías describir? —pregunta suavemente.
— ¿Ryan se ha metido en un lío? —Pregunta de vuelta el chaval.
— No, no se ha metido en ningún lío, pero es muy importante que lo encontremos antes de que se meta en alguno, ¿de acuerdo? —le contesta Evan mientras aprieta cada vez mi brazo.
— No me fijé mucho. Solo sé que Ryan estaba muy serio y ni siquiera me saludó —dice el chaval mirando hacia el suelo—. Eran unos tíos muy grandes...
Entonces doy un pequeño grito, y empiezo a marcar en el móvil. Pat. Tengo que llamar a Pat.
Pat no ha tardado mucho en llegar hasta donde estoy. Está realmente enfadada conmigo porque dice que esto ha pasado porque Evan y Sam han delatado mi escondite. La verdad es que puede ser. Claramente ya lo había pensado pero no quería creerlo porque que ellos estén en mi vida me hace feliz, aunque haya sido un inconsciente. Pat me echa la bronca y me dice que no debería haberme encariñado con un chaval y hacer promesas que jamás podré ser capaz de cumplirlas. Hemos tenido una discusión monumental porque le he dicho que Ryan es mi hijo ponga como se ponga, y que me importa una mierda que me encuentren mientras el chaval esté bien. Lo que pasa que no se han puesto en contacto conmigo para exigirme nada. Me da mucho miedo que lo lastimen. No podría perdonármelo.
Ha pasado ya la media noche y todavía no sabemos nada. Sam está trabajando arduamente en su labor de policía para poder averiguar algo. No me dice nada. No sé si es porque no quiere alterarme, o no quiere que sepa lo que está sucediendo de verdad, pero tan solo ha venido a verme unos minutos y luego se ha vuelto a ir para poder trabajar en el tema. Pat va yendo y viniendo desde el centro hasta la comisaría intentando traerme noticias, pero no logra traerme ninguna. El único que ha permanecido a mi lado en todo momento es Evan, que sé que está tan preocupado como yo. Esos ojos verdes tan tristes que ahora ya empiezan a sonreír se han teñido de preocupación. No me gusta ver esa arruga en su entrecejo. Me gusta verle sonreír pero tendremos que esperar porque yo no es que esté sonriendo mucho en estos momentos. Dan unos golpecitos a la puerta y cuando abro me quedo paralizado. Allí, ante mí, está mi otra fiel adicción, Nate.
Da un paso para adentrarse en la estancia, y antes de que yo pueda decir nada, me abraza fuertemente sin ninguna palabra, porque sencillamente no hace falta. Siento otros brazos como me rodean y sé que es Evan. Los tres abrazados. Falta Sam. Cuando consigo apartarme, le digo.
— ¿Cómo, cómo...?
— Me ha llamado Evan y me lo ha explicado —me dice dirigiendo su mirada hacia él—. ¿Sabéis algo?
— Todavía nada —dice Evan manteniendo una mano encima de su brazo.
— Lo siento, lo siento mucho Kyle. He venido en cuanto me he enterado —me dice atropelladamente.
— No tenías porqué... —le digo pero me arrepiento de mis palabras al instante en que veo que su mirada se apaga. Y a continuación suelto—. Te he echado de menos.
Nate levanta de golpe la cabeza y sin poder evitarlo acerca sus labios a los míos para darme un pedazo de beso que hacen que se me doblen las rodillas. Pero cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me aparto bruscamente.
— Nate, no podemos... —le digo con un susurro.
Él parece que entiende porque asiente con la cabeza, se aparta de mí, y se dirige a hablar con Evan. Ni siquiera oigo lo que dicen porque mis sentidos están paralizados.
Sé que Pat, Evan y Nate están hablando entre ellos, pero las palabras, la habitación se vuelve cada vez más asfixiante. Noto que cada vez sudo más. Creo que me voy a desmayar. Mis piernas empiezan a ceder, pero algo o alguien me agarra fuertemente y me coloca en una silla. Con un movimiento suave de mano, alguien me ha obligado a poner la cabeza entre mis rodillas y oigo un suave “respira profundo, y lento”. No sé siquiera si hago caso a lo que me dicen. Solo necesito que esta pesadilla acabe. En ese momento suena mi móvil.
— Tenemos a Ryan. Tú por él. Mañana recibirás más instrucciones —me dice el otro lado de la línea con voz distorsionada.
— Quiero hablar con él —digo firmemente.
— No. Tal vez dentro de unas horas. Ten el teléfono a mano —me dice la voz y cuelga.
Quiero tirar el teléfono contra la pared pero me contengo. Las otras personas de la habitación se me quedan mirando pero soy incapaz de decir nada, así que salgo de la habitación dando un portazo y me voy a la calle. Tiene que darme el aire.
  
****************

Cuando he vuelto de la calle, he echado a todo el mundo de mi habitación. Necesito pensar y quiero estar a solas cuando me llamen. No quiero depender del consejo de nadie. Pat se ha vuelto a enfadar pero no me importa. Ella dice que tenemos que actuar en consecuencia y no dejarme guiar por mis sentimientos hacia Ryan, pero si le hago caso, podrían matarlo y no me da la gana. Es mi hijo y pondré su vida por delante de la mía, digan lo que digan.
Pasan minutos de las dos de la mañana cuando el móvil suena de nuevo.
— Mañana a las doce del mediodía delante de Scissors. Allí alguien te recogerá. Por supuesto no es necesario que te diga que tienes que venir solo y nada de polis, o la vida del chico no tendrá mucha importancia —me dice la voz.
— Quiero hablar con él —digo firmemente.
— No estás en condiciones de exigir nada —me dice la voz.
— ¿Me quieres a mí, no? Pues esa es mi exigencia, y el chico estará allí para que realicemos el intercambio—digo más firmemente todavía.
— Estará allí —dice la voz y me doy cuenta de que habla en voz baja con alguien más.
— ¿Papá? —oigo la voz de Ryan en un pequeño susurro.
— ¿Estás bien?
— Sí, un poco magullado pero bien —me dice en voz baja todavía y luego se envalentona—. No te intercambies, no lo hagas. ¡Ay!
Y oigo una voz a lo lejos que va desapareciendo. Y luego de nuevo la voz distorsionada.
— El chaval tiene pelotas —dice riéndose—. No te olvides. Mañana a las doce.
Y entonces cuelga. Me quedo temblando. Y ahora, ¿qué?
Decido no hablar con nadie, y hacerlo por mi cuenta. No quiero arriesgar la vida de Ryan, y que salga alguna bala distraída y acabe en un cuerpo que no sea el de los malos. Estoy intentando dormir algo, cuando llaman a la puerta. Y acierto cuando adivino que es Nate. Sabía que no iba a alejarse así como así.
— No podía dormir —me dice mientras entra.
— Yo tampoco —le digo sin mirarle a los ojos.
— Te han llamado, ¿no? —me pregunta con delicadeza.
Ahora me pierdo en su mirada pero no soy capaz de decirle la verdad, así que niego con la cabeza, pero él me da una sonrisa triste cuando se acerca hasta mí y me acaricia la mejilla. Yo sucumbo a su caricia, y me abrazo a él de nuevo sintiendo como su cuerpo se pega al mío, como su calor me envuelve.
— No creo que debamos hacer esto... —me dice susurrando en mi nuca—. No, al menos que estén aquí Evan y Sam.
Me aparto lo justo para poder mirarle a los ojos.
— ¿Sabes que estamos juntos? —le pregunto con cierto nerviosismo.
— Sí, me lo dijo Evan cuando hizo las maletas para venirse aquí —me dice medio sonriendo medio enfadado.
— Ya... Podrías haberte quedado con nosotros —le digo seriamente.
— No creo que pueda estar en una relación así, Kyle —me dice ahora sí dándome una sonrisa muy triste.
— Soy demasiado controlador, celoso. No creo que hubiera aguantado mucho. Me alegra mucho que intentéis estar juntos, pero no sé —dice encogiéndose de hombros.
— Me parece una excusa barata. Cuando me volviste a encontrar, no tuviste reparos en estar conmigo sabiendo que estaba con ellos, y luego estuviste con Sam y Evan, ¿no? —le digo un poco enfadado.
Se me queda mirando ladeando la cabeza y luego da un suspiro largo. Veo recorrer un montón de pensamientos a través de sus pupilas hasta que rompe ese silencio que nos incomoda a los dos.
— Sabía lo de la trata de blancas —me suelta de sopetón.
— ¿Qué? —le digo muy sorprendido—. No digas eso... No digas eso...
Se echa para atrás y empieza a pasearse por la habitación pero yo en ese momento me rompo y avanzo hacia él y empiezo a golpearle con los puños. Ni siquiera miro donde le doy.
— ¡Cabrón, cabrón! ¡Hijo de puta! —voy gritando mientras mis golpes se van haciendo más rápidos y más frecuentes.
Él se deja hacer hasta que yo logro controlarme. Y entonces veo lo que he hecho. Su cara está toda ensangrentada y su camisa también. No puedo horrorizarme al ver cómo le he dejado. Pero él ni se inmuta. Luego se deja caer en la silla, colocándose las manos al lado de la cabeza en posición de pensador. Yo controlo mi respiración y me dejo caer en el suelo. En ese momento, mis fuerzas han fallado. No puedo dejar de imaginar a mi fiel adicción siendo un cabrón hijo de puta, uno el cual está metido toda mi asquerosa vida.
— Era un crío mimado y muy creído. Creía que era un bicho raro porque me gustaba todo lo que tenía que ver con el sadomasoquismo, hasta que un día encontré ese club. Empecé a ir asiduamente. Al principio todo estaba bien, pero llegó un momento en que veía que algunos de los sums, que verdaderamente no lo eran. Quise creer que eran un personaje que hacían de cara a los clientes. Al menos eso es lo que me decía a mí mismo. Y un día, un chaval me cautivó. Era lo más hermoso que había visto en mi vida. Y el sum perfecto. Establecimos una historia de Dom y sum, a mi parecer, una bonita relación. Y también empecé a enamorarme de él. Un día me atreví a preguntarle su nombre. Denny. Un nombre que no he olvidado jamás. Varias semanas después, tuve una reunión con unos clientes para poder sacar documentos y gente del país. A veces se hacen estas cosas por negocios, pero me pareció todo muy raro. En los papeles había el membrete del Club Duso. Mis jefes me ordenaron ejercer mi trabajo sin quejarme. Eran clientes que pagaban mucho dinero, pero cuando me di cuenta, vi que estaba arreglando papeles para gente que no quería irse de este país. Era como un secuestro encubierto. Me amenazaron con ir al colegio de abogados y abrirme un expediente. Mis jefes también me prohibieron acercarme a ese club, así que dejé de ir, y también dejé de ver a mi chico precioso. Días más tarde me enteré de la muerte de Denny. No sabes lo desgarrador que fue para mí. Me fui del bufete y abrí uno por mi cuenta. No sabes la sorpresa que me llevé cuando te vi en el despacho de Evan. Mi chico precioso no estaba muerto.
Mientras me explica la historia, intenta mirarme fijamente a los ojos mientras la sangre gotea por el suelo de la habitación. Delante de sus zapatos, se ha formado un charco pequeño con líquido carmesí que me provoca un encogimiento del corazón.
— ¿Por qué no me lo dijiste? —Le pregunto.
— ¿Por qué crees? —Me dice enarcando una ceja—. No quería perderte, Kyle.
— Pero te alejaste —le digo no entendiendo nada.
— Quise estar contigo, con vosotros, pero cuando vi que podríamos tener una oportunidad, discutimos y me convencí a mí mismo que era un castigo por no haberte hablado de todo esto —me dice con un suspiro.
— Tengo que pensar, Nate. Por favor, te ruego que te vayas —le digo porque en ese momento no sé qué más decirle y tengo miedo de golpearle de nuevo—. No quiero ser así... No me gusta pegar a nadie y mira cómo te he dejado...
Nate se levanta de la silla y ni siquiera se limpia. Solo se va hacia la puerta y cuando la abre, de espaldas a mí y antes de cerrar detrás de él, en un susurro casi inaudible, dice:
— Lo siento.
Me voy a la cama e intento volver a dormir, pero todo lo acontecido me atrapa. ¿Cómo puedo tener una vida de mierda desde que nací? Maldigo mi mala suerte y mi desdicha. Estoy tan sorprendido por lo que me ha contado Nate. Sé que él no ha hecho nada malo, pero, ¿puedo considerarlo así? No hizo nada cuando supo lo que estaba pasando. Sé que un abogado no puede decir nada por el privilegio abogado-cliente pero, ¿en tales casos? Suspiro levemente porque sé que eso habría destruido mi carrera. Pero, ¿destrucción de una carrera versus destrucción de una vida? Así que mis pensamientos son puro remolino, hasta que llega el amanecer. Me levanto y voy al comedor a desayunar pero Anne me intercepta antes para llevarme hasta su habitación para que coma algo y no esté alrededor de un montón de chicos que quieren que les presten atención. No me parece justo pero Anne me dice que tengo que pensar otras cosas y que no me preocupe.
Luego vuelvo de nuevo a mi habitación. No le he dicho nada a nadie del intercambio que voy a hacer por Ryan. Quiero despedirme de Evan, y de Sam pero sé que si los llamo van a sospechar, pero si no los llamo también, así que estoy indeciso todo el rato. Pero no tarda mucho rato antes de que aparezca el nombre de Sam en la pantalla del móvil y ahora sí no puedo ignorarlo, así que cuando me pregunta cómo estoy, intento ser lo más natural posible y decirle que mal, que pienso mucho en Ryan y cuando me pregunta si me han llamado, mi respuesta es un no rotundo. Tras colgar, Evan es el que llama. También tengo una breve conversación con él. Le digo que Nate vino a verme y que discutimos pero no le digo porqué. Se ofrece a venir a hacerme compañía pero le resto importancia y le digo que necesito estar solo. Parece que los he convencido, ya que tras media hora después de hablar con ellos, no han aparecido.
Minutos antes de mediodía, salgo del centro en dirección Scissors. Miro a todas partes, cerciorándome de que nadie me sigue. No tardo mucho en llegar y espero delante de la puerta. Momentos después, aparece el propio Johnson en persona, cosa que me da repulsión, pero aguantaré hasta recuperar a Ryan.
— Vaya, vaya... Si es mi chico favorito —me dice con sarcasmo.
— ¿Dónde está Ryan? —le pregunto a bocajarro.
— ¿Se llama así? Podría ser uno de los nuestros... —me dice con una sonrisa asquerosa en su rostro.
— ¿Dónde está? —le vuelvo a repetir.
Y en esos momentos, Nate aparece a mi lado.
— Johnson, dile donde está el chico —dice Nate con una voz profunda y marcada.
— Vaya... Si es el abogado... Ya decía yo que algo raro tenías —dice Johnson con otra sonrisa sarcástica.
En esos momentos, se empiezan a oír sirenas, y hay un caos total cuando se empiezan a oír disparos. Mi primera intuición en tirarme al suelo. Alcanzo a ver cómo Johnson ha cogido por el cuello a Nate. No oigo lo que dicen pero sé que se están gritando. Consigo levantarme e ir hacia ellos. No sé de donde estoy sacando las fuerzas.
— Mira abogado. Tu niño bonito pronto estará muerto —dice Johnson seguido por una carcajada inmensa y apuntándome con una pistola.
Solo me doy cuenta del grito de “no” de Nate mientras lucha con Johnson para arrebatarle el arma. No lo consigue, pero Nate da dos pasos hacia mí mirándome a los ojos. Me da una sonrisa triste y oigo unos pasos apresurados. Veo que Johnson ha salido corriendo, mientras sus gorilas se enfrascan en un tiroteo con la policía. Nate me abraza y alcanza mi oído para decirme.
— Te quiero Kyle, siempre te he querido.
Y se agarrota contra mi cuerpo. Entonces cuando logro abrazarle, una humedad cubre mis manos a través de la espalda. Miro hacia atrás y veo una enorme mancha roja que va agrandándose a medida que los segundos pasan. Entonces Nate se derrumba con los ojos vidriosos.
— ¡No, no, no! —Logro gritar—. ¡Ayuda! ¡Por favor!
Pero nadie se acerca porque las balas todavía riegan la calle. Veo que Nate está mirándome con una extraña tranquilidad en su rostro.
— Perdóname, perdóname por todo esto... Y prométeme que serás feliz —logra susurrarme mientras la vida se le escapa.
— Vas a ponerte bien y vamos a hablar de todo esto, y seremos felices juntos, todos juntos —le digo mientras le acabo tumbando en el suelo abrazándole.
— Júrame que vas a ser feliz. Júramelo —me suplica.
— Te lo juro pero te vas a poner bien, te vas a poner bien, te vas a poner bien —voy diciendo mientras lo mezo en mis brazos y suplico al cielo por la vida de mi hermosa fiel adicción.

Cuando vuelvo a mirar hacia los ojos de Nate, ya los puedo ver sin vida. Nate ha dejado de respirar. Muerto en mis brazos. Y eso es algo que jamás voy a olvidar.

CONTINUARÁ...

¡NOS VEMOS PRONTO,MIS LECTORES!

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