¿Cómo han ido las vacaciones? Supongo que muy bien.
Las mías han ido muy bien y luego a la vuelta, enfermita jejejeje
Pero ahora ya estoy bien.
Mis vacaciones en Nueva York han sido guauuuuuuuu, sin más. La ciudad es impresionante y me ha gustado enormemente. La verdad es que estoy deseando volver...
Pero ahora ya estamos de nuevo en la realidad, y toca volver al trabajo aunque cueste bastante...
También he dejado de margen la escritura porque en las últimas semanas antes de agosto estaba como cansada, no me gustaba nada de lo que escribía y creo que era debido al agotamiento que llevo del año. No me refiero a la escritura, sino a otras cosas que nos pasan en la vida. Y necesitaba una dosis de realidad y no adentrarme en la fantasía que escribo. ¡Uy! ¡Qué profunda me he puesto!
Ahora vengo con más ganas y creo que estoy lista para continuar con las historias que se amontonan en mi cabeza. Espero que pronto podáis ver los resultados de todo.
Os dije que mis novelas saldrían a la venta. En principio, la primera que saldrá será "Perdido en Espíritu" que os puedo adelantar que será para mediados de octubre, y las otras creo que las podré tener a punto antes de Navidad (aunque me vaya la vida en ello jejejeje).
Y espero que para febrero pueda ya sacar algo nuevo, ¿qué os parece?
En cuanto a la que está por capítulos, todavía me faltan algunos para darla como finalizada porque siempre se me ocurren cosas que le pueden pasar a Kyle... así que, no tengo fecha para acabarla jejejeje
Ahora os dejo con la actualización de "Fieles Adicciones". Espero que os guste.
Besos,
EmiRose.
Nota aclaratoria: Acordaros que es un borrador, que se volverá a revisar cuando se publique la novela completa.
ADVERTENCIA: En esta novela aparecen escenas sexuales explícitas H/H. El libro es SOLO para adultos. Puede vulnerar la sensibilidad de algunos lectores. Los que no estén dentro de estas normas, abstenerse de seguir leyendo. Gracias.
Todos los derechos reservados. All rights reserved.
Kyle tiene muchas adicciones, y alguna de ellas son los hombres. ¿Conseguirá tenerlas todas o se atragantará por el camino? Su vida y su pasado podrían impedírselo, pero tal vez tener una vida llena de ellas sea posible, sobretodo si son esas fieles adicciones quienes pueden curar su alma.
CAPITULO 30. INTENTANDO MEJORAR
Llevo semanas en un centro de
desintoxicación. Anne me convenció que era lo mejor porque se dio cuenta de la
depresión me estaba consumiendo. Incluso en algunos momentos, me permití pensar
en tomar algo para dejar de sentir dolor. No el físico, sino el emocional, que
me tiene enterrado en vida. Desde que ingresé, nadie ha venido a visitarme. El
primer mes lo prohíben. No dejan que nadie se acerque a los pacientes. Y en el
siguiente, di orden a Anne para que no viniera. Me informó que le había
explicado a Ryan la situación pero que no dijo nada. Ayer me llamó para decirme
que a Evan lo habían aceptado como tutor de acogida. Es el primer paso para
poder adoptarlo, pero no le haría ninguna falta si lo reclamara ante un
tribunal, ya que tiene los resultados del ADN. Sam me envió un mensaje de texto
y lo vi cuando ya me dejaron recuperar mi móvil, ya que hasta que no pasan unos
cuantos días, no lo permiten. Solo un “recupérate pronto”.
En cuanto a mí, estoy mejor. Las
drogas están expulsadas de mi sistema, pero siempre me quedará algún efecto
secundario, como el temblor de mis manos de vez en cuando. A veces pienso que
no voy a soportar llevar una vida normal porque en esas cuatro paredes de un
hospital me encuentro a salvo. Temo salir, y desmoronarme otra vez. Mi psiquiatra
me dice que estoy pasando por diversas fases y que después de lo que he pasado
es normal que me sienta enfadado, confuso y tenga sentimientos contradictorios.
Creo que se queda corto. Estoy furioso con el mundo. Tengo rabia por todo lo
que ha sido mi vida. Solo me queda un poco de alivio de pensar que alguien como
Johnson no está por ahí. Y me preocupo cuando me alegro de que alguien haya
muerto. Y pensando de esa manera, vuelvo a revivirlo todo de nuevo.
Cuando abro la puerta y me dispongo a
salir, allí parada está Anne con una sonrisa en su cara. No puedo evitar
sorprenderme, alegrarme y enfadarme a la vez. No quiero ver a nadie. No
todavía.
—
Hola Kyle — me dice con una tímida sonrisa.
—
Anne... ¿qué haces aquí?
—
Venir a verte —me da un pequeño empujón para entrar dentro de la
habitación—. Sí, ya sé que no querías que viniera pero no he podido aguantarlo
más. Quería ver con mis propios ojos que estás bien.
—
Estoy bien, de veras.
—
Me alegro, ¿cuándo te dejan salir?
—
Dentro de dos semanas —digo cansadamente.
—
No te quieres ir, ¿no? —intuye muy a pesar mío.
—
Anne, no tengo donde ir... —le digo en un susurro.
—
Sí tienes. No puedo hacerlo toda sola en el centro. Además es nuestro
sueño. Ayudar a aquellos que lo necesitan y lo estamos haciendo.
—
Anne, ahora mismo no soy muy buena compañía para niños y adolescentes —
le digo encogiendo los hombros.
—
Eres muy buena compañía, porque has vivido un infierno, y lo estás
contando. Alguno de esos niños, vivirá un infierno y no lo contará y nuestro
objetivo es lograr que sí lo cuente —me dice con voz muy bajita.
Suspiro y me la miro.
—
¿Qué tal está Ryan? — le pregunto cambiando de conversación.
—
Bien. Viene al centro para las clases, pero se está adaptando muy bien
fuera de la casa.
—
¿Es feliz con Evan?
—
Creo que sí —me dice dándose la vuelta.
—
¿Y Evan?
—
Evan es feliz. Imagínate haberte encontrado con tu hijo y poder estar
con él. Está que no cabe en sí —me dice dándome más información de la que
quería saber.
—
¿Has visto a Sam?
Mira para todos lados sin querer
responder a la pregunta por lo que me hace sospechar que algo me está
ocultando.
—
Anne, dime, no me va a pasar nada —le digo para tranquilizarla.
—
Lo vi la semana pasada. Estaba en un restaurante cenando —me dice pero
todavía no me mira.
—
Anne... — le digo como advertencia.
—
Estaba con otra persona —me dice susurrando.
—
Tiene derecho a cenar con quien quiera —le digo no queriendo entender lo
que me estaba diciendo.
—
Kyle estaba cenando con su novio —me dice finalmente.
Mis hombros caen hacia abajo. Ese
momento finalmente ha llegado. El momento en que la gente de mi alrededor continúa
con su vida mientras yo no puedo.
—
Pero no te agobies por eso. No les vi tan enamorados —le quita
importancia Anne.
Le agarro la mano y le digo.
—
Qué haría yo sin ti.
—
Aburrirte... ¿Quieres que te cuente cotilleos? Oye, pues el otro día me
encontré con John, y ¿sabes de dónde venía? Pues de un festival de...
Y ni siquiera me entero de lo que me
está diciendo porque mi mente deriva hacia Evan, hacia Sam, hacia Ryan. Tal vez
sea lo mejor que desaparezca para siempre de sus vidas. Durante mi protección
de testigos, me he movido por varios sitios. Puedo moverme otra vez y empezar
de nuevo. Puede ser que así desaparezca esa pesadez dentro de mi corazón, y ese
cansancio continuo que tengo. Tal vez mis fieles adicciones dejen de serlo
finalmente, y todos así podamos ser felices. Pero mis pensamientos se ven
mermados cuando Anne me da un golpe suave en el pecho. La miro y está en jarras
echando humo por su mirada.
—
A ver, yo explicándote cosas divertidas y tú pensando cosas que no
tendrías que pensar. Ryan es tu hijo, y Evan y Sam, aunque ahora no sean tus
parejas, te aseguro que se preocupan por ti, ya que me han llamado varias veces
para ver cómo estabas. ¿Cómo te atreves a pensar en irte?
—
¿Lo he dicho en voz alta? —Pregunto porque ni por un momento he pensado
que podría haber estado hablando en alto.
—
Alto y claro —me dice todavía enfadada—.
Ahora a acabar de recuperarse y dentro de dos semanas te vengo a buscar.
Vienes al centro y empiezas a recuperar tu vida, ¿me entiendes?
Y así es como se va de la habitación.
Sin dejar turno de réplica. Y la conozco lo bastante bien para saber que va a intentar con todas sus fuerzas, hacer lo que ha dicho.
Esas dos semanas han pasado volando. Y
ahora me veo de nuevo, en mi habitación del refugio de menores. Todo está como
lo dejé. Lo único que ha cambiado en el centro es que hay más seguridad. Anne
contrató a varios vigilantes para que no pasen cosas como las que acabaron
pasando. Me he encontrado a diferentes chavales por el pasillo, y me han
saludado muy cariñosamente. Pero no han preguntado qué me ha pasado porque
ellos saben por sí mismos que es mejor no preguntar nada hasta que el propio
afectado hable. A pesar de las dificultades que pasan, son tan amables y
cariñosos.
Por unanimidad con los profesores,
hemos estado de acuerdo que durante un tiempo no dé clases. Voy a asesorar al
que es ahora mi substituto, a ayudarle con los exámenes, pero me voy a dedicar
más a dirigir el centro desde las sombras. Y voy a ir a sesiones de terapia de
grupo con los chavales para ayudarles en lo que pueda. Tal vez mi propia
experiencia les pueda servir para ayudarles en un futuro, aunque hemos quedado
de acuerdo con el psicólogo que no necesitan saber los detalles más escabrosos
de mi secuestro.
Estoy preparándome para mi primera
sesión, cuando alguien llama a la puerta. Abro y me quedo paralizado.
—
Hola
Ryan está mirándome con esos ojos que
ahora están tristes y llenos de vulnerabilidad. Con un suspiro, me echo para
atrás para dejarle pasar.
—
Hola Ryan.
—
¿Estás bien? —me pregunta todavía con timidez.
—
Sí, bastante bien. Ha sido duro pero ha valido la pena.
Odio el comportamiento que tenemos el
uno con el otro. Se ha ido aquella camaradería que había. Y me he dado cuenta
de que no puede mirarme a los ojos.
—
Esto... ¿Vas a seguir dando clases? —me pregunta por romper el incómodo
silencio.
—
De momento no. Es mejor así.
—
¿Vas a irte de Dallas?
—
¿Quieres que me vaya?
—
No, claro que no, pero... —me dice todo nervioso y mirándome añade— Estoy viviendo con Evan.
—
Ya lo sé. Me alegro, será un buen padre para ti —le digo queriendo que
acabe la conversación porque mi angustia se acrecienta a medida que pasan los
minutos.
—
Kyle, lo siento... No quería que esto... — me dice con tristeza Ryan y
me doy cuenta de que ya no me llama papá.
Yo también me entristezco al darme
cuenta de que lo he perdido como hijo y solo puedo hacer una cosa. Desearle que
sea feliz.
—
Ryan, nada de esto es culpa tuya. De veras me alegro de que estés
viviendo con Evan. Te va a dar todo el amor del mundo y serás feliz, y eso es
lo único que importa.
—
Pero tú no estarás ahí.
—
Ryan, siempre estaré ahí para ti. Cuando necesites algo, ven a verme. Lo
digo en serio.
Asiente lentamente con la cabeza y se
dispone a salir de la habitación, pero antes de irse, me dice mirando hacia
afuera:
—
¿Y si yo necesitara que fueras mi padre?
Y se va. Me quedo paralizado, sin
saber qué hacer. Entonces empiezo a andar detrás de él hasta alcanzarle al
final del pasillo.
—
¿Y Evan?
—
Evan está bien, pero tú eres mi padre —me dice con ojos llorosos.
—
Oh, Ryan — y entonces le abrazo fuertemente.
Nuestro abrazo se hace largo y noto
como tenemos testigos alrededor. Cuando somos capaces de separarnos, Ryan está
sonriendo.
—
Sé que tengo que vivir con Evan, y está bien, pero cuando tú estés
mejor, me gustaría que siguieras intentando ser mi tutor legal.
—
Está bien. Lo haré.
No tarda más de una hora en aparecer
Evan por la puerta del centro. Veo que no está enfadado porque me da una cálida
sonrisa. Me insta para que vayamos a dar un paseo, y la verdad es que lo
necesito. Además sé que quiere hablar de Ryan sin que él esté presente.
—
¿Vas a pedir la custodia de Ryan? — me pregunta Evan sin ningún reparo.
—
Sí. Ya sé que es tu hijo biológico pero él dice que yo soy su padre y
ese chico ya ha sufrido bastante en su vida —le digo esperando que entienda.
—
Tienes razón. Solo te pido que me dejes verlo a menudo. Me gustaría
entablar una relación, aunque sea de amigos, porque si te digo que quiero estar
en vuestras vidas, compartiéndola contigo, no vas a querer, ¿no?
Me paro por la impresión, pero cuando
voy a contestarle mis ojos alcanzan a ver cómo Sam está también paseando junto
a un hombre al que tiene agarrado de la mano. Mi corazón me golpea fuertemente
en el pecho, porque hacía mucho tiempo que no le veía, y me doy cuenta de que
ha continuado su vida sin mí. Ya no puedo llamarle fiel adicción. Ya no. Sam
está sonriendo y totalmente relajado. No puedo evitar sonreír por dentro,
cuando pienso que esa sonrisa una vez fue para mí. Entonces él se da cuenta de
que estamos delante y se tensa, pero sigue andando hasta llegar hasta nosotros.
—
Kyle... ¿Cómo estás? — me dice mirándome a los ojos.
Veo como ahora es su pareja el que se
tensa, y me mira con ojos intensos, taladrándome con la mirada.
—
Bien, ahora estoy bien —le contesto sin que se note que estoy temblando
por dentro.
—
¿Y tú Evan? —se dirige a Evan suplicando con la mirada que le ayude.
—
Bien, trabajando mucho, ya lo sabes—. Evan le dice restándole
importancia al encuentro.
—
Bueno, me alegro de haberte visto Sam — digo y con un hasta luego me
despido.
Obligo a mis piernas a que vayan hacia
delante. Evan al final, ve mi situación, y me pone un brazo por los hombros
llevándome lejos de allí. Cuando ya hemos caminando un rato, logro decir con
ironía.
—
La vida sigue, ¿eh?
—
Kyle, le echaste de tu vida, ¿qué creías que iba a pasar? —me dice Evan acariciándome
la mejilla.
—
No sé, Evan, ya no sé nada —le digo confuso como estoy.
—
Nos echaste a todos de tu vida —me dice acariciándome todavía.
—
No puedo teneros en mi vida, Evan. Es demasiado doloroso. ¿Sabes lo que
me hicieron, lo sabes? —le pregunto intentando hacerle entender porque no puedo
estar con ellos.
—
No me importa lo que te hicieron Kyle. Solo quiero estar contigo y
cuidarte. Solo eso —me dice pacientemente.
—
No voy a tener sexo contigo —le espeto.
—
No me importa —me dice con su mirada más cariñosa.
—
Ahora no, pero ¿cuándo pasen meses sin que pueda tocarte, sin que puedas
tocarme? —le digo enrabiado.
—
Tal vez ahora no puedas, pero con el tiempo todo pasa, y podrás curarte
de esas heridas tan profundas que tienes. Ahora no ves la luz, pero algún día
la verás y yo me voy a encargar de eso —me dice con promesas en sus ojos.
—
No quiero ser una carga —le digo suavemente apoyando mi frente en su
pecho.
—
No lo serás. Te lo prometo —me dice Evan mientras me levanta la barbilla
con un solo dedo.
Su vida está llena de esperanza y de
amor. Entonces me rindo. Me rindo ante mis emociones y confusos pensamientos.
Quiero que alguien me cuide. Alguien no. Quiero que él me cuide. Y entonces
solo puedo alcanzar a decir.
—
¿Podemos ir a casa?
Lo primero que nos sorprende al llegar
a casa de Evan, es que Ryan está allí esperándonos y nos recibe con una sonrisa
en su cara. Cuando le contamos que vamos a intentarlo juntos, se alegra por
nosotros. Cosa que no me hubiera podido imaginar meses antes, con lo que llegó
a odiarle. Llamo a Anne para darle la noticia y decirle que me quedaré allí a
partir de ahora, y que iré a buscar mis cosas a la mañana siguiente. Al
principio está en desacuerdo porque vamos demasiado rápido pero le hago
entender que ya hemos perdido bastante tiempo. Además yo sé que va a ser muy
difícil, pero si estamos lejos no lo conseguiremos.
Veo que Evan ha acondicionado la casa
para el adolescente que está viviendo allí, y por primera vez, saboreo sus
artes culinarias. Cuando estamos en la cocina, ya cenando, me parece todo tan
correcto e incorrecto que no puedo evitar suspirar. Evan se da cuenta y me
acaricia en la espalda, lo que hace que dé un respingo. Sí, va a necesitar
paciencia, mucha paciencia para lidiar conmigo.
Al día siguiente, cuando despierto,
estoy solo en la habitación de invitados de Evan. He pedido un poco de espacio,
para poder aclararme las ideas y no agobiarme por estar en la cama con él,
aunque si lo pienso detenidamente cuando tuve la crisis en la habitación de
hotel, él estuvo a mi lado y no me sentí mal por despertarme junto a él. Me
levanto con cuidado y voy hasta su habitación. Me adentro sin llamar y lo miro
desde la puerta. Está tan hermoso, justo como lo recordaba antes de ingresas en
el centro de desintoxicación. Es como si viviera un deja vú. Me saca la sonrisa
cuando miro lo despeinado que está. Me encanta cuando está así. Me acerco con
cuidado y me siento en la cama. Mi mano tiene pensamientos propios cuando
alcanza su rostro y empiezo a acariciarle.
—
Cariño... — susurra.
Me siento emocionado porque me ha
llamado así. No puedo recordar si antes me había dado esa palabra cariñosa y me
enfado conmigo mismo por lo que las drogas han hecho conmigo, ya que los
médicos me informaron que tal vez tuviera pequeñas lagunas en mi memoria. Evan
se ha dado cuenta de que me he tensado.
—
¿Te molesta que te llame cariño?
Niego con la cabeza y sigo
acariciándole el rostro hasta que me agacho para besarle los labios. Su piel
caliente hace contacto con la mía y me hace estremecer. No me excito, solo me
siento bien. Evan se incorpora un poco para seguir con el beso, pero deja que
yo lo controle. Cuando me aparto, dejo mi frente apoyada en la suya y suspiro
largamente.
—
¿Por qué el suspiro?
—
Porque me gustaría estar aquí contigo, no en la otra habitación, pero no
puedo. Todavía no.
—
Eh, tranquilo. Poco a poco. ¿De acuerdo?
No sabe lo que esas palabras
tranquilizan a mi conciencia.
—
¿Quieres desayunar? —Me pregunta y con una sonrisa me dice—. Sé hacer
tortitas.
Entonces echo la cabeza para atrás y
en ese momento, me sale la primera carcajada en meses. Y se siente bien. Y
mejor se siente cuando él me sonríe inmensamente. Tal vez haya esperanza
después de todo.
Desayunando en la cocina, se vuelve a
establecer el clima cariñoso que había entre todos antes del secuestro. No
puedo evitar sonreír ante las payasadas de Ryan. Y ante el sistema culinario de
Evan porque lo ha dejado todo por medio, pero me ha dado instrucciones para que
esté sentado y no le ayude, y eso me hace reír porque si no le ayudo, va a
tardar siglos en arreglar todo el desbarajuste que ha hecho con la harina, la
leche y los huevos. Al final he averiguado que es la segunda vez que hace
tortitas. Las primeras las hizo para Ryan y fue un total fracaso, porque en vez
de azúcar, le echó sal, y se le fue la mano con la vainilla. Ante la
descripción de ese desayuno por Ryan, nos echamos a reír. Me encanta como Evan
nos riñe con la espátula en la mano. Le digo que eso es que un gran empresario
como él no puede coger ni siquiera un rodillo, lo que provoca que me persiga
por la cocina. Y esas risas y bromas le sientan bien a mi alma, que empieza a
ver una posible recuperación. Pero falta algo en esa cocina y entonces me doy
cuenta de que no es algo lo que falta, sino quien. Sam tendría que estar allí.
Su sitio está aquí, con nosotros, aunque sé que es demasiado tarde.
Hoy es viernes, y tras una semana de
convivir, las cosas van bastante bien. Yo continúo en el centro trabajando en
las sombras y veo que puedo ayudar más así. Las clases se lo dejo a personas
que han sido preparadas para eso. Mi
substituto es una persona inteligente y sabe tratar a los chavales a la vez que
les enseña geografía o lenguaje.
Cada día, mi vida va cogiendo más
color. Ryan está cerca siempre aunque sé que todavía tenemos que hablar de lo
que sucedió la última vez que nos vimos. No me he atrevido a hablar con él de
su enamorado y sé que si no quiero perderle, voy a tener que transigir un poco.
Les he invitado a cenar para celebrar
nuestra primera semana viviendo juntos. Y por qué no decirlo, para alejarnos de
las dotes culinarias de Evan, porque en algunos platos es fantástico, pero le
ha dado por hacer platos que ni siquiera sabía que existían, y somos sus
conejillos de indias. Aunque no me importa mucho, porque sé que lo hace para
hacerme sentir bien.
Todavía no he sido capaz de meterme en
la cama con él, pero cada mañana voy a despertarle y sé que le gusta porque
algunas veces se ha hecho el dormido, aunque noto que está despierto esperando
por las caricias en su rostro. A veces veo anhelo en sus ojos, pero siempre se
contiene, por lo que le estaré eternamente agradecido.
Entramos en el restaurante y cuál es
mi sorpresa cuando nos sientan al lado de una pareja que resulta ser Sam con su
acompañante. Sam nos da una sonrisa triste y nos saluda con un gesto de cabeza
pero su pareja nos mira con odio. Decido que lo mejor es saludarle del mismo
modo, con un ligero movimiento de cabeza y no entablar conversación. He visto
que Evan también se ha tensado y que se ha quedado mirando fijamente a Sam,
pero al darle un pequeño toque en el brazo, he interrumpido algo que sabía que
no acabaría bien. Nos sentamos y al principio no hay conversación, hasta que
Ryan quiebra esa incomodidad con sus historias del colegio. Conseguimos
relajarnos y divertirnos, aunque no puedo evitar mirar de reojo de vez en
cuando hacia la otra mesa. Sam y su novio, al principio parecen relajados, pero
luego parecen que discuten y luego silencio. Me siento mal por Sam porque sé
que le hemos echado a perder la noche, pero me siento bien porque tal vez así
nos eche de menos. Y me vuelvo a dar cuenta de lo egoísta que estoy siendo.
Dejo de mirar cuando siento calor en
mi mano. Es la mano de Evan que se ha puesto encima de la mía, dándome una mirada
sutil. Diciéndome con sus ojos que me entiende perfectamente. A mi lado, el
suspiro de Ryan es evidente.
—
¿Por qué no le decís que le echáis de menos? —Nos pregunta Ryan bajando
la voz.
—
Porque no sería justo para él — digo aunque pensando que sí quiero
decírselo.
—
Ryan, queremos que sea feliz y es lo único que importa —dice Evan
corroborando lo que acabo de decir yo.
—
Pues en este momento, no lo parece —dice agachando la cabeza para volver
a decir en voz baja—. Digo, que no parece muy feliz.
Los dos nos giramos para mirar a la
mesa, y nos quedamos embobados porque él también nos está mirando. En eso que
su novio se levanta, y en dos pasos, está en nuestra mesa.
—
Agradecería que dejaseis de mirar a mi novio —nos dice su pareja.
Los dos nos lo miramos pero no decimos
palabra alguna porque Sam ha llegado hasta él, cogiéndole del brazo.
—
John, déjales tranquilos —le dice enfadado.
—
Oh no... Te han estado comiendo con la mirada toda la cena. Tengo
derecho a decirles que se metan sus ojos por el culo —nos espeta con rabia.
—
Lo siento, no pretendíamos incomodar —dice Evan, y levanta la mano para
hacer la señal de la cuenta a la camarera—. No te preocupes, nos vamos.
La camarera que lo ha visto todo, se
apresura a traernos la cuenta. Mientras yo estoy pagando, el novio de Sam se
acerca más a mí, con su aliento en mi oído.
—
No te acerques a mi hombre, ¿entiendes?
Me da un repelús y mi mente dañada no
puede soportarlo, así que mis manos empiezan a temblar enormemente. Intento
tranquilizarme pero no puedo. Los recuerdos me abruman.
—
¡Suelta a mi padre! —Oigo a lo lejos.
—
Espero que mantengas alejado a este espécimen de Kyle, porque si lo veo
cerca de él, no sé lo que puede pasar —oigo que dice Evan quien me quita la
cartera de la mano.
Solo sé que segundos después, estoy en
la calle, respirando aire fresco. Pero mis temblores continúan. Tanto Ryan como
Evan me están hablando, pero no los oigo. Solo oigo zumbidos en mis oídos.
Llego a casa en medio de un
sinsentido. Evan me lleva hasta mi habitación y me desnuda para meterme dentro
de la cama. Me cuida con dulzura y cariño. Me arropa y va a salir de la
estancia, cuando en un pequeño susurro le digo “quédate conmigo y abrázame”. Y
así lo hace, sin decir nada. Solo apoyándome y rodeando mi cuerpo con sus
cálidos brazos. Ni siquiera se ha desvestido. No puedo sino abrazarle más
fuerte y más fuerte. Quiero sentirme querido de nuevo y quiero dejar de tener
miedo.
Igualmente no puedo dormir y
permanezco allí hasta que finalmente mi mente se rompe.
— Me violaron —digo con un sollozo—.
Incontables veces, perdí la cuenta de cuantas veces... Hubo momentos que no
tuve ni fuerzas para defenderme y las drogas machacaron mi cerebro y mis ideas,
Evan. Ahora tengo miedo ante todo y cuando algo me altera, pues...
— Shhh... Yo te voy a cuidar, yo te
protegeré —me dice Evan abrazándome más fuerte todavía si cabe—. El novio de
Sam es idiota.
— ¿Cómo puede estar Sam con un tío
como ese?
— No creo que duren mucho tiempo, no
después de ver la expresión de Sam, después de que su novio te amenazara.
— Solo quiero que sea feliz, pero no
me gustaría que siguiera con ese tipo... ¿Soy mala persona?
— Claro que no. Yo también quiero que
sea feliz pero no con cualquier desgraciado.
— ¿Quieres hablar con él? —Me pregunta
Evan.
— No, ahora mismo no. Solo quiero
descansar.
Y así es como nos dormimos. Juntos en
la cama después de tanto tiempo. Mi corazón está alegre por eso.
Me he levantado de buen humor, aunque
mi episodio de ayer por la noche me ha dejado un poco baldado, haber despertado
con Evan al lado sin pesadillas, ha sido un paso enorme. Incluso veo a Evan más
alegre hoy, aunque Ryan no lo está mucho.
— Papá, deberías hablar con Sam y
decirle que le echas de menos, porque como siga saliendo con el tipejo ese, y
te vuelva a molestar, no le van a quedar dientes —me dice Ryan resignado.
— Ryan, no me gusta que seas así. Está
mal ser violento —le riño con suavidad.
— Sí, todo lo que tú quieras pero es
que... —Me recrimina Ryan cuando es interrumpido por el timbre.
Y antes de que me dé cuenta, Sam ha
entrado junto a Evan que es quien le ha abierto la puerta. Camina apresurado
hacia donde estoy sentado.
— ¿Estás bien?
— Claro, estoy bien, no te preocupes
—le digo sin darle más importancia.
— ¡¿Qué no se preocupe?! —Grita Ryan—.
El gilipollas de su novio te asusta a muerte y tú prácticamente le dices que no
pasa nada.
— No es culpa de la pareja de Sam que
yo sea así —le digo con énfasis.
— No, no lo es, pero no tenía derecho
a intimidarte y... —continúa diciendo Ryan.
— Basta Ryan —dice Evan—. Sam ya se ha
dado por enterado.
Ryan nos fulmina con la mirada y se va
de la cocina enfadado. Los tres nos quedamos mirando sin decir nada.
— Lo siento de veras, Kyle —susurra
Sam.
— No pasa nada, como he dicho, tu
novio no tiene la culpa —le digo encogiéndome de hombros.
— Ya no es mi novio —nos suelta todo
alicaído.
— ¿Es por lo de ayer? —Le digo
mientras me acerco más a él.
Se encoge de hombros y me mira
fijamente a los ojos. Evan también se acerca y los tres casi nos podemos tocar
pero es como si lo hacemos, esa magia que nos envuelve, va a desaparecer. El
primero en apartar la mirada es el mismo Sam.
— Últimamente no estábamos bien, y ha
sido lo mejor —dice otra vez encogiéndose de hombros.
— ¿Quieres desayunar con nosotros? —Le
pregunta Evan para poder quebrar ese aire que hay por todo nuestro alrededor.
— No, solo he pasado por aquí para ver
cómo estabas —nos dice mirando primero a uno y luego a otro.
El silencio se adueña de la cocina,
cuando Evan se acerca más a él, y con su típico gesto, le acaricia la mejilla.
— Y tú, Sam, ¿cómo estás?
Sam vuelve a encogerse de hombros, y
la verdad es que me estoy enfadando con ese gesto continuo que tiene desde que
ha llegado a casa.
— Gracias por venir, pero estoy bien
—le digo de manera que suena a despedida.
Sam me mira fijamente y Evan se gira
para reñirme con esos ojos verdes aunque no dice nada.
— Me voy, y de nuevo, perdona —dice
Sam mientras ya se dirige a la puerta.
En unos minutos, me doy cuenta que
estoy solo en la cocina. Supongo que ahora vendrán aspavientos por parte de
Evan porque sé que prácticamente he echado a Sam de allí, pero es que no
soporto verlo así. Tan cerca y tan lejos a la vez. Pero a pesar que espero que
Evan me riña, ha entrado de nuevo en la cocina y me abraza por detrás fuertemente
con sus labios posados en mi cuello en el que deposita pequeños besos. En ese
momento, no tengo miedo y se siente tan bien que me abandono a las sensaciones.
Coloco mis manos encima de las suyas y me dejo llevar por una sensación de
protección cálida y envolvente. Así estamos un rato hasta que finalmente, yo
logro girarme un poco, y Evan me besa apasionadamente. Nos abrazamos
fuertemente, con nuestros cuerpos juntos, y aunque llevamos ropa, es abrasador.
Él se echa para atrás y me sonríe con su mirada llena de amor y de devoción que
hace temblar mi corazón, y hace que mi alma se cure un poquito más.
CONTINUARÁ...
¡NOS VEMOS PRONTO, MIS LECTORES!
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