jueves, 16 de junio de 2016

¿QUÉ PASARÁ, PASARÁ?

¡Hola mis lectores!

Me he dado cuenta de que uno de mis personajes tiene nombre de escritor de novela homoerótica jajajaja... Os juro que fue el otro día cuando me di cuenta de que el nombre y el apellido de Ryan y el del escritor coincidían jajajajaja. Supongo que son cosas que pasan. De momento lo dejo igual y no tengo intención de cambiarlo ;)
Y ahora vamos a lo bueno...
Aquí tenéis un nuevo capítulo de "Fieles Adicciones". 
¿Encontrará Kyle a Ryan?
¿Qué pasará si le encuentra?
Preguntas que se contestan en esta actualización.
Espero que os guste,
Besos
EmiRose


Nota aclaratoria: Acordaros que es un borrador, que se volverá a revisar cuando se publique la novela completa.


ADVERTENCIA: En esta novela aparecen escenas sexuales explícitas H/H. El libro es SOLO para adultos. Puede vulnerar la sensibilidad de algunos lectores. Los que no estén dentro de estas normas, abstenerse de seguir leyendo. Gracias.



Todos los derechos reservados. All rights reserved.


 

Kyle tiene muchas adicciones, y alguna de ellas son los hombres. ¿Conseguirá tenerlas todas o se atragantará por el camino? Su vida y su pasado podrían impedírselo, pero tal vez tener una vida llena de ellas sea posible, sobretodo si son esas fieles adicciones quienes pueden curar su alma.


Si te apetece también lo puedes leer en:

Wattpad

CAPITULO 25. EN SUS MANOS 

Al final he conseguido escaquearme de la policía que me estaba vigilando. Incluso Anne me ha ayudado un poco. He cogido el coche del centro y ahora ya estoy esperando en el parque. Es muy grande, pero seguro que ellos me localizarán porque he decidido sentarme en un banco delante del río y estar bien a la vista. Que me puedan ver de lejos y que vean que no hay nadie conmigo. Estoy resignado a que mi destino sea la muerte o peor, pero todo sea por salvar a Ryan. Quiero que el chico sea feliz. Así que antes de irme le he escrito una carta por si sale todo mal. La he dejado encima de su cama. Si no vuelvo, quiero que él recuerde que tiene una vida por delante y que yo, donde quiera que esté, le ayudaré. Estoy siendo muy pesimista pero creo que me puedo hacer una idea de lo que me va a pasar. También les he dejado una carta a Evan y a Sam. La tiene Anne, y tiene instrucciones para dársela en caso de que me pase algo. Solo le he pedido que espere unos días, por si ocurre algún milagro y logro salvarme también, aunque lo dudo mucho.
Veo que alguien se dirige hacia mí directamente. No es Johnson. Igualmente creo que él está bien escondido porque no va a arriesgarse a que lo atrapen.
El hombre se para delante de mí, y me hace un gesto con la mano para que me levante. Cuando estoy de pie, me señala con un dedo a la izquierda. Así que comienzo a andar hacia allí. Llego hasta una parada de perritos calientes, y allí la mujer que está detrás me dice que tengo que ir hasta el final del puente. Me dirijo hacia allí, y veo otro hombre, también vestido de negro, esperando apoyado en la baranda. Al llegar allí, le espeto.
— ¿Dónde está Ryan?
— ¿Dónde está la policía? —me dice de vuelta.
— He venido solo, me he asegurado —le contesto.
— Bien. Caminemos —me responde y nos vamos hacia el lado del río.
Vamos caminando bastante rápido y en silencio. No sé si debo romper ese silencio y volver a preguntar por Ryan. Temo que si pregunto, le hagan daño.
Al llegar al final del sendero, hay un cuatro por cuatro aparcado con el motor encendido. Se abre una puerta, y veo la silueta de Johnson en el asiento de atrás. Subo sin decir nada más. Él hace un gesto al conductor para que empiece la marcha, sea donde sea que vayamos.
— Estoy cabreado, muy cabreado Denny —me dice mirándome.
— ¿Dónde está Ryan? —le pregunto sin dejarme intimidar.
— Si te portas bien, tal vez te lo diga —me dice con lascivia en su mirada.
— Cuando Ryan esté a salvo, lo que quieras. Mientras tanto no —le digo sin que me tiemble la voz.
— No estás en condiciones de pedir nada —me dice cogiéndome la barbilla con fuerza, pero yo me aparto de golpe—. Vaya, te ha salido carácter. Me gustaba más cuando eras un sumiso perfecto.
No le contesto, y dejo mis pensamientos volar. Nunca he sido religioso pero en ese momento me doy cuenta que estoy rezando para que todo salga bien, y Ryan desaparezca de sus sucias manos.
— Tenemos un largo camino, así que relájate —me dice Johnson poniéndome su mano encima de mi pierna.
Me echo para atrás, y quiero hacerme el dormido, tal vez así consiga no pensar en ese tocamiento asqueroso y no deseado. Solo tengo que llegar hasta Ryan y después, que pase lo que tenga que pasar.
Llevamos bastante rato y creo que a pesar de que no me he quedado dormido, mi mente ha estado en el limbo. Lo único que agradezco es que Johnson ha quitado su mano de encima de mí, y que no ha habido ninguna charla. Para el coche y me instruye para que salga del coche. Miro a mi alrededor, y está totalmente oscuro. Vamos caminando por un camino pequeño lleno de matorrales, hasta encontrarnos una pequeña cabaña de madera, donde hay una pequeña luz en el porche. Puedo comprobar que está muy escondida, pero que alrededor hay bastantes hombres armados. Me hace entrar en la estancia. Y allí lo veo.
— ¡Papá! —grita Ryan mientras intenta acercarme a mí, pero no puede porque está sentado con las manos atadas por detrás.
— Desátalo —le digo a Johnson.
— Ya te he dicho que no estás en posición de exigir nada, pero te voy a hacer un pequeño favor y voy a desatar al niño —me dice con una sonrisa en la cara y poniéndose serio, añade—. Pero si el chaval o tú intentáis algo, mis hombres os callarán la boca a los dos para siempre.
Johnson hace un gesto a uno de sus hombres para que desaten al chico, y en cuanto está libre, corre hacia mí, a darme un abrazo. Pero se ve interrumpido cuando una voz sarcástica dice.
— Nunca pensé que te vería dando un abrazo y que no hubiera dinero de por medio —dice Johnson.
— ¡Vete a la mierda! —le grita Ryan separándose de mí y yendo hacia él, pero es interceptado por uno de sus hombres y le da un puñetazo en la cara que hace que se tambalee hacia atrás.
— ¡Ya! —le grito al hombre y dirigiéndome a Johnson—. Le quiero fuera de aquí. Me querías a mí, y ya me tienes. Ahora, suéltalo.
— Esto no funciona así. Lo deberías saber —me dice Johnson tranquilamente—. Si tú colaboras, yo suelto al chico, pero antes tengo que asegurarme de algunas cosas. Tienes dos minutos con él, y luego nos vamos.
Y con esas, da la vuelta y sale de la cabaña. Me acerco a Ryan.
— ¿Estás bien?
— Papá, tenemos que escapar. Esta gente está loca —me dice Ryan y puedo ver cuán asustado está.
— Tranquilo Ryan. ¿Te han hecho daño?
— Me pegaron un poco cuando no quería irme con ellos, pero estoy bien —me dice encogiéndose de hombros.
No ha pasado ni siquiera un minuto cuando Johnson vuelve a entrar seguido de dos de sus hombres. Puedo ver que uno de ellos es uno de los que me violaron y me apuñalaron antes de mi actual vida, y mi cuerpo se estremece con un malestar infinito, pero ahora no puedo hacer nada. Me mira y se chupa el dedo, se acerca a mí y al oído, me dice:
— Tú y yo lo vamos a pasar otra vez muy bien.
Entonces se aleja en dirección a Ryan, lo que me hace poner en alerta, pero solo le ata las manos detrás. No puedo entender porque a mí no me las han atado, pero supongo que es porque creen que no intentaré escapar.
Entonces nos instan a salir de la cabaña y meternos en el coche. A Ryan y a mí, nos montan detrás, y Johnson se pone entremedio de los dos. Eso me supone un problema, porque quería que Ryan estuviera a mi lado para tranquilizarle. Johnson da instrucciones para irnos y me doy cuenta que estamos en medio de una arboleda, hasta que salimos a la carretera. Todo está muy oscuro y no hay siquiera una luz para que pueda averiguar dónde estamos. Todos los que estamos en el coche permanecemos en silencio. Me doy cuenta de que Johnson lleva un arma colocada en su cintura. Antes creo que no la llevaba. Entonces tal vez prevea que haya problemas. O vamos a una zona que puede haber policías. Pero todo son suposiciones mías. No tengo nada claro.
— ¿Dónde nos llevas? —pregunto.
— No te interesa —me contesta sin mirarme.
— Te he dicho que quiero a Ryan fuera de esta historia —le digo más tranquilo.
— Y yo te he dicho que no estás en posición de exigir nada —me contesta ahora sí mirándome.
— Quiero a Ryan fuera de vuestra vista lo antes posible, ¿queda claro? —le digo mirándole fijamente y enfadado.
— Yo lo dejo fuera, pero tú te quedas y veremos para lo que nos puedes servir, ¿estamos? —dice Johnson aunque me ha parecido que quería discutir.
Cuando llegamos a una zona de servicio, aparcan el coche. Nos hacen salir y todo está realmente oscuro. Allí, dos hombres se acercan a Ryan y le sueltan las manos. Y entonces, empiezan a darle de puñetazos.
— ¡Parad, parad! —me meto en medio y recibo también, pero no me puedo estar quieto y también empiezo a devolver los golpes. Ni siquiera miro a quien golpeo.
Me pongo al lado del chico y le susurro que cuando empiecen a golpear otra vez, él se vaya. Me lo niega con la cabeza pero le susurro que es la única manera y parece que entiende.
Veo que Ryan se está volviendo a defender porque los hombres han vuelto a la carga y está todo ensangrentado. En cuanto veo que la pelea se ralentiza un poco, solo me sale una palabra.
— ¡Corre! —viendo como Ryan se me queda mirando y no hace nada mientras los otros se limpian la cara, digo más alto— ¡Ya! ¡Ya! ¡Corre y no mires atrás!
Y entonces, Ryan empieza a correr y correr. Es rápido. Las calles le enseñaron a serlo. En vez de ir por la carretera, se mete en medio del bosque y aunque sé que hay peligro, sé que lo hay más allí en la calzada, al alcance de esos hijos de puta.
Yo me quedo casi sin respiración por la paliza que me están dando, y por lo aliviado que estoy al ver a Ryan desaparecer entre los árboles. Me agacho y apoyo mis manos en mis rodillas. Entonces una mano golpea mi espalda fuertemente y me derrumba en el suelo. Y entonces solo siento pies que caen  encima de mis costillas, de mis piernas e incluso en mi cara. Y mi desmayo es inminente.

Cuando despierto, estoy encima de una cama. Estoy vestido y noto como mi camisa está pegada a mi cuerpo por la sangre. Me duele todo el cuerpo e intento levantarme pero el dolor hace que me caiga otra vez para atrás. Después de un rato, y muy a poco, logro sentarme en la cama. Miro alrededor y me doy cuenta de que es de día porque entra luz por una pequeña ventana. Me fijo en que hay un pequeño lavabo para poder asearme. Con mucho cuidado me levanto y me llego hasta allí con mucho esfuerzo. Abro el grifo y me lavo la cara, las manos. Tendría que quitarme la camisa pero no me atrevo a mirar.
Creo que han oído que me he levantado porque oigo voces que se acercan cada vez más. Se abre la puerta y allí, aparece el maldito Johnson.
— Veo que por fin despiertas —me dice lanzándome una botella de agua.
Por el lanzamiento, me duelen más las costillas. Compruebo que la botella de agua esté completamente cerrada y solo cuando me doy cuenta de que es así, bebo un trago largo, donde mi garganta le da la bienvenida.
— Descansarás otro día más y luego nos marcharemos —me informa Johnson.
— ¿Dónde estamos? —le pregunto comprobando que incluso hablar me provoca dolor.
— No te importa. Ten —me dice y me acerca un par de pastillas, que marcadas pone paracetamol.
La verdad es que me da igual si no lo es. Solo sé que necesito algo para soportar ese dolor que tengo en el cuerpo. Así que me las tomo con ayuda del agua que me queda.
— Hazte la idea de que eres mío a partir de ahora, así que cuando mañana nos marchemos, prepárate para lo que venga —me dice enfadado—. Y ni se te ocurra pensar en escapar, porque la muerte sería lo menos que tengo pensado para ti.
Y dicho esto, se marcha por donde ha venido cerrando la puerta detrás de él. Yo me quedo allí, parado. Sé que lo que tiene que pasarme va a ser horrible, pero tengo la gran esperanza de que Ryan haya conseguido escapar. Me resigno y me vuelvo a la cama de nuevo. Tal vez si consigo dormir, deje de pensar.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero sé que me han traído varias veces comida. Algunas veces he podido comer, y otras no. Me he podido ver el cuerpo y está muy amoratado. Todo. Las piernas, los brazos, el torso. No quiero ni pensar cómo debe estar mi cara. Ahora estoy en una bañera porque me han llevado hasta un cuarto de baño más grande y me han dicho que me tenía que asear. Me pongo en los peores de los casos. Me estoy secando cuando noto unas manos que me ayudan, ya que mi esfuerzo es bastante notable. Me tenso, pero no digo nada. Veo de reojo que es Johnson. Por ahora es mejor permanecer callado porque me puedo ganar otra paliza y mi cuerpo ya no lo resistiría. Cuando estoy completamente seco, Johnson me guía hasta una silla que hay en la estancia, mientras él se sienta detrás de mí y empieza a peinarme. Estoy horrorizado y aliviado porque se siente bien que alguien me cuide con todo ese daño, pero sé que no tendría que pensar eso ya que es mi secuestrador y a la persona que más odio con toda mi alma.
— Me gusta peinarte —me dice Johnson y viendo que yo no digo nada, prosigue—. Algunos de mis socios quieren venderte, pero yo les quiero convencer para que te quedes conmigo. ¿No vas a hacer ninguna tontería, no?
Digo que no con la cabeza. Quiero que siga hablando para enterarme de lo que va a pasar conmigo.
— Ahora te voy a arreglar y vas a salir ahí. Vas a seguir mis órdenes, todas. ¿Estamos? —me dice con su boca en mi oído.
No digo nada porque puede hacerme u ordenarme cualquier cosa y no creo que pueda seguir según qué órdenes. No ahora. Siento un golpe en la cabeza.
— Contéstame —me dice dejando el peine y poniéndose delante de mí.
Yo consigo mirar hacia arriba con dificultad, y asiento con la cabeza. Le voy a seguir la corriente. Luego ya veremos. Entonces se acerca a un armario, y al abrirlo veo diversos aparatos que se utilizan en el sado. Me estremezco porque ahora ya no estoy en esa vida. Y aunque estuviera, no me gusta que él me fuerce a hacer nada. Cuando llega a mí de nuevo, me pone una bola mordaza en la boca y aprieta el cierre por detrás. Luego me pone un antifaz por el que puedo ver. Entonces, con cuidado, me pone las manos detrás en la espalda y me abrocha unas esposas alrededor de la muñeca. Luego encima me pone una capa negra que cubre mi cuerpo, pero está abierto por delante. Así me da un pequeño empujón para que ande en dirección fuera del cuarto de baño donde estamos.
Entramos en una sala donde hay un sofá a la izquierda y otro a la derecha. No hay nadie todavía. Me coloca en medio de los dos, y me dice en voz baja al oído.
— Empieza el espectáculo —y se va de allí, dejándome solo en medio de la sala.
Entonces una luz cegadora ilumina toda la estancia. Empiezan a entrar hombres y ocupan los sofás. Puedo contar seis. Mi respiración se vuelve frenética por pensar en lo que está a punto de pasar. Entonces una voz profunda y distorsionada que sale del techo anuncia.
“Denny, treinta años. Blanco de ojos color avellana. Sum desde hace años. Hará lo que quieras y como lo quieras. Su precio de salida es de un millón de dólares”.
No puedo creerlo. Me están vendiendo en una subasta. No quiero desfallecer y quiero permanecer quieto por cualquier cosa que pueda hacer para poder escapar de allí. Entonces mis pensamientos se ven interrumpidos.
— Un millón cien mil.
— Un millón doscientos mil.
— Un millón y medio.
— ¿Podemos ver su cara?
— No
— ¿Por qué está amoratado? ¿Es propenso a que le salgan verdugones?
— Los verdugones son un castigo. No es propenso.
— Antes de subir más, quiero verlo en acción.
Las diferentes voces me llegan pero casi bien soy incapaz de averiguar cuál pertenece a cuál. Ahora Johnson viene hacia mí, pero también va con la cara tapada aunque es fácil adivinar que es él. Entonces de un manotazo, abre la capa para que todos aquellos hombres miren mis atributos, y aunque supongo que ellos querrían que yo estuviera erecto, me es imposible.
— Arrodíllate —me ordena Johnson.
Con su ayuda, logro ponerme como dice, con la cabeza hacia abajo como un buen sum haría. Me coloca para adelante, dejando que mis hombros toquen el suelo. Me levanta la capa por detrás y me abre las piernas. Mi culo está totalmente expuesto. Ahora no puedo ver, pero oigo las diferentes pisadas como están pasando por detrás de mí para poder observar. Mi corazón se llena de humillación pero no puedo hacer nada.
— Dos millones.
— Dos millones y medio.
— Tres millones.
— Ofrezco cinco millones si me dejas probar la mercancía.
— No. La mercancía es mía hasta que el pago se efectúe.
Entonces siento como una caricia pasa por mi espalda. La postura en la que estoy apenas me deja mover, así que espero que pase lo peor. Oigo como una cremallera se va abriendo, y otra vez está pasando. Mi captor me está violando.
He dejado de pensar. Dejo totalmente en blanco mi mente hasta que consigo pensar en mis fieles adicciones. En los ojos verdes y tristes de Evan que han conseguido sonreír un poco al haber encontrado a su hijo. En Sam, mi duro y cariñoso policía, que estaría siempre a mi lado, y como no, en Nate, que ha dado su vida por mí. Ni siquiera me inmuto cuando todo acaba. Johnson me está colocando de pie. Y oigo una frase final.
— Vendido por siete millones de dólares.

Y entonces, y aunque la mordaza no me lo permite mucho, me echo a reír. Nunca pensé que pudiera valer tanto. Si mi comprador piensa que se lleva algo bueno, se va a quedar con un par de narices cuando lo mate con mis propias manos, porque ahora ya no me importa nada de lo que me pueda pasar. El odio se ha adueñado de mi alma.

CONTINUARÁ...

¡NOS VEMOS PRONTO, MIS LECTORES!

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