martes, 10 de mayo de 2016

VAMOS A POR EL NUEVO CAPÍTULO DE "FIELES ADICCIONES"

¡Hola mis lectores!

No ha pasado ni una semana y ya estoy aquí de nuevo. ¿Se nota que mis problemas se van yendo? Poco a poco todo se consigue.

Primero deciros que las novelas en descarga gratuita, "Círculo", "Perdido en espíritu" y "Solo quiero ser tuyo", ya no tienen enlace. Todas están en revisión para su venta. De momento ya he acabado la primera revisión de "Perdido en espíritu" por lo que creo que en días, ya podré subirlo a Amazon para vender, con una revisión ortográfica y gramatical, además de cambio de portada, y algunos extras para aquell@s que se decidan a comprarla. Va a estar muy asequible, así que espero que me ayudéis en mi nueva etapa jejejeje.
La que todavía está en descarga gratuita es la antología navideña, que esa permanecerá así.

Las otras estoy empezando a revisarlas de nuevo. 

De momento, aquí tenéis un nuevo capítulo de "Fieles Adicciones", que much@s habéis tenido una paciencia enorme esperando mis actualizaciones. Gracias.

Y pronto nuevas noticias jejejeje

Besos y abrazos,
EmiRose

Nota aclaratoria: Acordaros que es un borrador, que se volverá a revisar cuando se publique la novela completa.


ADVERTENCIA: En esta novela aparecen escenas sexuales explícitas H/H. El libro es SOLO para adultos. Puede vulnerar la sensibilidad de algunos lectores. Los que no estén dentro de estas normas, abstenerse de seguir leyendo. Gracias.



Todos los derechos reservados. All rights reserved.


 

Kyle tiene muchas adicciones, y alguna de ellas son los hombres. ¿Conseguirá tenerlas todas o se atragantará por el camino? Su vida y su pasado podrían impedírselo, pero tal vez tener una vida llena de ellas sea posible, sobretodo si son esas fieles adicciones quienes pueden curar su alma.


Si te apetece también lo puedes leer en:

Wattpad


CAPÍTULO 21. LA MUDANZA DE EVAN Y SAM 

En el transcurso de dos semanas, Evan y Sam se vienen a vivir aquí. Al final, sí que discutimos mucho porque yo no quería que cambiaran así tan drásticamente sus vidas, pero ellos me hicieron ver que era su decisión. Decidimos que era mejor que empezáramos una relación de novios y que poco a poco fuéramos acercándonos más, sobretodo por Ryan, así que Evan ha alquilado una casa, Sam ha alquilado un apartamento y yo seguiré viviendo en el centro. Es lo mejor para que todos nos adaptemos y hoy estoy muy intranquilo, porque es el primer día que voy a cenar a casa de Evan, pero lo que me tiene más con el corazón encogido es que también estará Ryan. El chaval lo está intentando, la verdad. Les está dando una oportunidad pero claramente se ve que no le hace mucha gracia. Y Evan y Sam tienen una paciencia de Santo y se lo agradezco enormemente.
Vamos paseando por las calles en dirección a casa de Evan, hablando tranquilamente y en esas que se acercan unos chicos a nosotros. Puedo ver que Ryan ha hecho amigos en los meses que lleva en el centro y me siento entusiasmado de que se esté abriendo a más gente. Hay tres chavales pero uno de ellos se queda dos pasos atrás de los otros y mira a Ryan con cierta timidez. Tendrá más o menos su misma edad, y chaval es medio desgarbado, pero sus ojos azules y su pelo rubio, le hacen adorable. Yo suspiro y saco una media sonrisa. Parece que hay alguien que tiene un enamoramiento con mi niño, pero veo que Ryan no le hace mucho caso. Y después de tener unas palabras con los demás, se despide, pero me doy cuenta que al final Ryan le hace caso, le saluda con una sonrisa y sacude la cabeza para decir adiós. No se han dirigido la palabra. Lástima. Pero no me puedo quedar sin averiguar.
—   ¿Quiénes son esos chicos? —le pregunto de forma desatendida.
—   Los conocí por ahí —me dice restándole importancia mientras echa sus hombros hacia arriba.
—   ¿Sí? ¿Sois amigos? —insisto.
—   Algo así. Hace poco que los conozco pero nos hemos visto en Scissors —me dice, recordándome el sitio donde no es muy apto para él.
—   No me gusta mucho que vayas allí, corre mucho alcohol... —le comento pensando también que tengo que confiar en él.
—   Ya lo sé, papá. De verdad que no bebo —me dice siguiendo el camino.
—   Vale, sé que estás en esa edad, pero promete que si tienes algún problema, me llamarás. No quiero que te pase nada y no te subas a ningún coche si el conductor ha bebido. Me llamas y yo iré a buscarte —le digo parándole y mirándole a los ojos.
Creo que está a punto de soltarme algún improperio pero he podido ver como se lo pensaba mejor y asiente con la cabeza.
—   Te lo prometo. No soy tonto —me dice en un susurro.
—   Ya lo sé —y creo que lo mejor es cambiar de tema y decido abordar el tema del chaval que se lo comía con la mirada —. ¿Quién era el chaval que iba detrás?
—   ¿Jim? —me dice sonrojándose
—   Parece majo —le digo.
—   Sí, lo es —me dice y sigue caminando mirando hacia atrás, pero no sigue hablando y creo que es mejor que me calle.
No quiero forzar las cosas, que bastante tengo pensando que estaremos todos cenando juntos en el mismo sitio y en casa de uno de mis novios.
Llegamos pronto y Evan nos recibe con una sonrisa. Nos lleva hasta un espacioso comedor. Sam todavía no ha llegado. Evan le pregunta a Ryan sobre los estudios y sobre el centro. Ryan está distante, pero le contesta con educación. Parece que de momento se soportan, pero yo mantengo mis dedos cruzados para que todo salga bien. Mientras estamos poniendo la mesa, llega Sam que para saludarnos nos da un beso en los labios, primero a mí y luego a Evan. Ese pequeño gesto entre ellos, ensalza mi corazón, pero al mirar a Ryan, veo que se ha puesto tenso pero no quiero preguntar si es por el beso que me ha dado, o si es porque nos ha besado a los dos. Sin protestar, pero a regañadientes, ayuda a acabar de poner los platos en la mesa. Evan se ha esmerado mucho, y ha hecho mucha comida. Seguro que Ryan no la desaprovecha pero me doy cuenta de mi error cuando veo que pelea con la comida y la aparta de un lado a otro.
— ¿No te gusta? —Pregunta Evan que también se ha dado cuenta.
Ryan no le contesta porque está fijo mirando lo que hace con el tenedor.
— Ryan... —le digo pero viendo que ni siquiera me oye, decido levantar un poco la voz— ¡Ryan!
El chaval da un pequeño bote en la silla porque la verdad es que está ausente, perdido en la comida.
— Perdona, dime —me contesta mirándome a los ojos con desafío, por lo que me doy cuenta de que sí nos ha oído anteriormente y se estaba haciendo el sueco.
— Evan te ha preguntado si te gusta la comida —le digo.
— Sí, está buena —y a continuación se mete un trozo de carne en la boca y reina la ley del silencio.
Me oigo a mí mismo suspirar. Y veo decepción en los ojos de Evan y resignación en los de Sam. Así que decido dar una charla en la mesa.
— Ryan, sé que esto es nuevo para ti, pero tanto Evan como Sam lo están intentando y me gustaría que te llevaras bien con ellos —le digo casi suplicando.
— Kyle, déjale —me dice Evan en un susurro tocándome el brazo.
— No. Quiero que estéis en mi vida y él tiene que entender. Tenemos que convivir y conocernos y si tú te niegas a eso, no sé... —digo moviendo de un lado a otro la cabeza con resignación.
— Ryan, mira... Sé que esto es nuevo, y tal vez un poco raro, que salgamos los tres juntos, pero, queremos que funcione —se atreve a decir Sam—. Nos gustaría formar parte de tu familia, si tú nos dejases.
— No quiero tener tres padres —dice Ryan en un susurro y luego alzando más la voz continua— ¿Cómo voy a explicar esto? Siempre he sido el hazmerreír por haber sido un niño de la calle. Ahora que todo empieza a tener un poco de sentido en mi vida, mi padre sale con tres tíos, porque seamos sinceros, el otro también entrará en vuestras vidas, ¿no?
— Ryan, eh... —le digo levantándome de la mesa y poniéndome en cuclillas delante de él—. No eres el hazmerreír de nadie. Eres un chico muy valiente y estoy muy orgulloso de que seas mi hijo. Sé que es difícil, pero por eso cada uno tiene su propio espacio para que tú puedas asimilarlo, para que nosotros también lo podamos asimilar, porque ahora estamos empezando. Ahora lo vemos todo maravilloso, pero una vez empecemos a discutir, ya veremos, y con respecto a Nate, él decidió quedarse fuera de la relación, así que de momento no entra en nuestros planes, aunque no lo descarto por completo porque no estaría siendo sincero.
— ¿Si no les acepto, qué harías? —me dice Ryan con los ojos llenos de furia.
— Te lo dije hace días... —le empiezo a decir porque me gustaría que entendiera—. Me gustaría que formaran parte de nuestras vidas, pero si no funciona, lo primero serás tú.
— Júramelo —me dice Ryan con voz firme.
Me levanto, me lo miro fijamente y decido que tengo que hacer eso aunque en el fondo sé que es puro chantaje pero creo que Ryan necesita las palabras.
— Te lo juro.
— Estás cediendo a un chantaje, ¿te das cuenta, no? —me pregunta Sam desde su silla.
Ryan gira la cabeza hacia él mirándole con odio. Pero ahora ya ha abierto la caja de Pandora.
— No es un chantaje. Es mi padre y me gusta que queden las cosas claras entre nosotros. No me gustáis. Ninguno de los dos, ni tampoco el otro tío, pero voy a soportaros por él, pero no quiero que seáis amigos míos y que me hagáis de padre, ¿estamos? —les dice Ryan.
— Mira, mocoso —se levanta Sam hacia él—. He tratado a muchos chavales como tú, y la verdad es que lo único que tienes es miedo, y ese miedo hace que tu padre sea infeliz.
— ¡No me llames mocoso! —Se levanta Ryan gritando y acercándose a Sam— ¡Yo no tengo miedo! ¡Solo le queréis para follar!
— ¡Ryan! —grito.
— ¿Qué? ¿Acaso no es verdad? —me mira con una sonrisa.
— Quiero que pidas perdón. Ahora —le digo fulminándolo con la mirada.
— No me da la gana —me suelta y me quedo paralizado porque es la primera vez que me contesta de esa manera y no sé muy bien qué tengo que hacer.
— Venga... ya, ya —intercede Evan levantándose hasta llegar a nosotros—. Ryan, tienes tu punto y tú, Sam el otro. Ahora es mejor que nos sentemos a cenar.
Los tres le miramos como si tuviera tres cabezas. Sé que está mediando pero en ese momento quiero lanzar algo contra la pared por la frustración que tengo. Ryan se vuelve a sentar mientras que Sam se lo queda mirando. Da un suspiro y se va a la cocina. Evan también vuelve a su asiento mientras yo estoy allí en medio, parado, sin saber qué hacer.
Mis pies se dirigen hacia la cocina, donde ha ido a resguardarse Sam. Lo encuentro allí, apoyado en la nevera mirando hacia el techo. Me acerco a él y le acaricio la mano mientras se la tomo.
— Sam, sé que es difícil pero... —empiezo a decir pero él me agarra fuerte y me da un beso profundo.
Cuando se aparta, me mira a los ojos y suspira mientras su frente se apoya en la mía. Allí se queda, abrazándome fuerte, sin decir nada. Me aparto un poco para poder hablar con él.
— ¿Quieres dejarlo? —le pregunto susurrando.
— ¿Qué? ¡No! —Sam levanta la voz un poco—. Es que pierdo la paciencia y no me gusta. ¡Soy policía, por Dios! Un asesino no me saca de quicio y este chaval...
— Porque este chaval va a formar parte de tu vida, por eso reaccionas así —le digo sonriéndole un poco.
— Tal vez sea eso —y dando otro suspiro vuelve a poner su frente con la mía—. Prométeme que antes de que nos deje por su culpa, hablarás con nosotros.
— Ya verás cómo Ryan entra en razón. Tan solo es un adolescente que tiene miedo —le digo pasando mis manos por sus dos brazos.
En ese momento nos apartamos y le tiendo una mano para que vuelva conmigo al comedor, donde todavía permanecen Evan y Ryan en medio de un silencio sepulcral.
Volvemos a nuestra cena pero ya no es igual. Se nota la tensión que hay. Mis novios se han mudado hasta allí dejando todo atrás y sé que Ryan lo está pasando mal, pero al final se está comportando mal con ellos porque no les está dando una oportunidad. Tal vez sean celos, tal vez sea miedo, pero sé que para que yo pueda ser feliz, tienen que llevarse bien entre ellos, y tal vez esté siendo egoísta, pero quiero que eso suceda.
— Ryan, háblame de esos chavales que nos hemos encontrado —digo por romper ese silencio que me está poniendo cada vez más nervioso.
— Ya te he dicho antes de que son chicos que conocí por ahí—me dice sin darle demasiada importancia.
— Y ese chaval, ¿Jim? —le animo a continuar.
— ¿Qué pasa con él? —me pregunta mirándome fijamente.
— No sé, me pareció que te miraba mucho —le digo con una sonrisa.
— ¿Intentas buscarme novio? ¿No te basta con los tuyos? —Me dice con sarcasmo.
— Mira, estoy entablando conversación, cosa que tú no haces —y creo que lo tengo que dejar lo bastante claro para que lo entienda de una vez—. Y quiero que entiendas de una vez esto que está pasando.
Doy una respiración mientras alterno la mirada entre los tres. Creo que es hora de dejar los puntos sobre las íes.
— A ver. Quiero que me escuches bien. No, más bien que me escuchéis todos. —Y cuando veo que todos me están mirando prosigo—. He tenido una vida de mierda, y he tenido que pasar por muchas cosas, cosas que... Ahora no estoy completamente feliz porque todavía falta lo del juicio y eso, y hasta que se solucione todo, sé que no viviré en paz, pero si algo me ha dado la vida es personas a quien querer. A ti, Ryan, te quiero porque desde que te conocí te vi como un hijo. Jamás te he visto como otro chaval más. Me encanta tu forma de ser, como afrontas los problemas y lo maduro que eres para tu edad. Pero ahora te estás portando como un crío. Sé que tu vida tampoco ha sido fácil, y que de pasar de ser a un niño de la calle a que te quieran realmente es bastante grande, pero eso es lo que te ha sucedido. Soy tu padre, y me da igual que haya papeles o no. Sé que es difícil afrontar que tengo dos parejas; yo mismo a veces no me lo creo, porque es duro tener que compenetrarse entre todos, y también sé que no quieres que sean tus padres, pero podrían serlo si quisieras, o bien, podrían ser tus amigos, a quien pudieras pedir consejo. Son personas inteligentes, amables y cariñosas y aunque al principio parecían que no me querían, ahora sé que sí lo hacen. En cuanto a vosotros, sé que es difícil y soy yo quien impuso que quería estar con los tres, ahora con los dos, pero creo que si nos esforzamos lo conseguiremos, pero tiene que ser una relación de tres. No, Evan y yo, y Sam y yo. No. La unión tiene que ser Evan, Sam y yo, los tres dentro de un mismo círculo. Si no, esto no va a funcionar y todavía vamos a confundir más a Ryan. Os quiero a los dos, y sé que los dos me queréis, pero quiero que también os améis entre vosotros dos. A parte de eso, Ryan es mi hijo, y quiero que os esforcéis por conocerle, por tratarle, por ayudarle y por aconsejarle, aunque sea difícil. Sam, eres policía y sabes por todo lo que pasan los niños de la calle. Por favor, ayúdame a que pueda olvidarse de esa parte de su vida. Evan, perdiste a un hijo, así que ahora acepta a Ryan como si lo fuera.
Me quedo de pie, esperando la respuesta de ellos. Los tres me miran con ojos brillantes. Entonces siento unos brazos que me envuelven y unos sollozos que hacen que me conmueva.
— Está bien, Ryan. Shhhh... Todo va a salir bien —digo mientras le voy calmando.
— Yo estoy dispuesto. Me gustaría intentar todo eso que has dicho. Por cierto, bonito discurso —me dice Evan acercándose a nosotros y poniéndome una mano encima de mi hombro mientras me da una sincera sonrisa que alcanza sus ojos tristes por primera vez.
— Y yo también quiero intentarlo. Tal vez podamos ser amigos —dice Sam mientras también se acerca y su mano va a parar al hombro de Ryan.
Cuando el chaval se aparta, nos mira a los tres muy serio.
— Está bien, pero es que sois tres contra mí, no quiero tener que dar explicaciones a tres personas diferentes de mis cosas —dice mirando a todos lados.
— Oye, no te vas a tener que ir repitiendo como un loro. Estoy aquí para lo que quieras y ellos también. ¿Lo intentamos? ¿Qué dices? —le pregunto con una sonrisa.
— Está bien —vuelve a decir y encogiéndose de hombros se vuelve a sentar en su sitio.
Empezamos de nuevo a cenar, pero esta vez hablamos de cosas cotidianas. Del traslado a la comisaría de Dallas de Sam, de cómo Evan irá trasladando sus negocios hacia aquí también. Y del día en el colegio de Ryan. Entonces el chico se queda todo pensativo y mira a Evan con una pregunta en su cara.
— ¿Dónde está tu hijo?
— ¿Eh? —Evan se queda en blanco.
— Ryan, el niño de Evan murió —digo con una sonrisa triste en la cara.
— Perdona, no quería... —se disculpa Ryan.
— No pasa nada. Hace mucho tiempo que pasó —dice Evan quitándole importancia al asunto.
— Mi madre me abandonó en una iglesia cuando tenía dos años —le dice—. Algún día la encontraré y le haré pagar por lo que me hizo.
— Ryan, no está bien buscar venganza, eso no aliviará tu pena —le dice Sam.
— Lo sé, pero viví un infierno. ¿Sabes que me practicaron un exorcismo con trece años porque era gay? —le contesta Ryan con rabia.
— Dios mío... —dice Evan en un susurro.
— Sí y cuando vieron que eso no funcionó, me echaron a la calle. ¿Sabéis lo que es tener que vérselas por ahí? ¿Solo, con esa edad? —dice Ryan conteniéndose la rabia.
— Pero tendrías que estar orgulloso. Sobreviviste y ahora estás aquí. La venganza puede destruir todo aquello que ahora tienes —le dice Sam muy seriamente.
— Tal vez, pero no puedo evitar sentir así. ¿Sabéis que conseguí una foto de mi madre? —dice al aire Ryan, pero de golpe me mira a mí.
— ¿Cómo la has conseguido? —le digo estupefacto, ni siquiera en su expediente existía tal cosa.
— La conseguí antes de largarme de Idaho. Allí, en la iglesia me la dieron porque resulta que mi madre la había dejado entre mis cosas para que la recordara... —le veo que está pensando mientras acaba diciendo—. Tengo también una carta.
Su sonrisa se vuelve triste, y sus ojos son pura dinamita y desafío. Pero es la primera vez que me explica tales cosas, no sé si ha sido el discurso de antes, y me extraña que esté dando esa explicación delante de Sam y Evan, pero creo que es bueno que siga hablando de todo lo que tiene dentro. Que saque y deje fuera el odio que tiene hacia su madre, tal vez así le ayude un poco más.
— ¿Queréis ver la foto? —pregunta mientras saca algo de su cartera.
Los tres nos acercamos a ver la fotografía. Veo que su madre era una chica muy joven y bonita, con una sonrisa muy dulce. Miro hacia Sam y me hace un gesto para señalarme a Evan, así que al girarme me encuentro con que está mirando muy fijamente la foto, con los ojos desorbitados. En esta que me agarra la mano y me la aprieta muy fuerte, muy fuerte, tanto que incluso me llega a doler. Entonces acerca sus dedos hasta la fotografía, y con una caricia leve dice:
—Marta...
Ryan, Sam y yo nos quedamos parados mirando a Evan con cara de tener dos cabezas. De pronto, Ryan se levanta y grita.
— ¡¿La conoces?! —Y se va acercando a Evan—. ¿La conoces?
Evan levanta la cabeza con ojos llorosos y se mira a Ryan con una mirada extraña, llena de ilusión y esperanza. Y entonces me golpea el pensamiento en un mazazo limpio pero brutal.
— ¿Marta era tu novia? —le pregunto con un susurro.
— Mi novia y la madre de mi hijo —dice Evan mirando hacia Ryan.
— ¿Soy tu hijo? —Pregunta Ryan ya muy cerca de Evan.
— A ver, a ver, no precipitemos nada —dice Sam con calma entendiendo lo que estaba pasando ahí.
Entonces va hacia Ryan, le coge suavemente y lo lleva de nuevo hasta la silla, le acaricia el pelo, y ahora se dirige hacia Evan, también llevándolo a sentarse en su sitio. A mí me hace un gesto con la cabeza para que también me siente.
Cuando todos estamos sentados y tranquilos, Sam con su voz de policía empieza a hablar.
— A ver, Evan, explícanos tu historia para que podamos entender.
Evan da un suspiro pero sin quitar la vista de Ryan. Se pasa la mano por el pelo pero puedo ver que los dedos le tiemblan.
— Éramos muy jóvenes cuando Marta se quedó embarazada. Mis padres no lo aceptaron pero sus padres sí, así que estuvimos viviendo en casa de ellos hasta que Marta se puso de parto. Entonces, el niño nació, lo tuve en mis brazos unas horas. Era hermoso. Pero murió de muerte súbita... —dice sin dejar de mirar a Ryan y da un profundo suspiro antes de agregar—. Eso es lo que me dijeron.
— ¿Quién te lo dijo? —le pregunta Sam.
— Volví a casa del trabajo un día y al llegar, ella estaba llorando desesperada y sus padres me dijeron que el niño había muerto. Me negaba a creerlo pero el médico me lo confirmó. Me fui a dar un paseo para gritar mi dolor. Luego nada volvió a ser lo mismo —dijo Evan con voz entrecortada.
— ¿Puede ser que te mintieran? —pregunto con voz calmada.
— No, ¿por qué iban a hacer eso? —Me pregunta pero veo que su cerebro empieza a dar vueltas y de golpe se levanta de la silla y empieza a andar de un lado a otro—. Voy a llamar a mis padres.
— ¿Puedo ser tu hijo? —pregunta en un susurro Ryan.
— No lo sé, pero... ¿cuántos años tienes? —le pregunta Evan.
— Quince —contesta mirando fijamente al suelo.
— Podrías serlo. Mi hijo nació el dos de octubre —se va acercando a Ryan.
— No puede ser... —dice Ryan en un susurro.
Yo me he acercado hasta él. Quiero darle todo mi apoyo si aquello resulta ser verdad. Estamos todos un poco nerviosos por lo que podemos descubrir.
— Voy a llamar a mis padres. Son los únicos que pueden haber hecho alguna barbaridad —dice Evan mientras se va de la estancia, y entonces antes de salir del comedor se dirige a Ryan—. Si de verdad eres mi hijo, quiero que sepas que Marta te quería, te quería mucho.
— Claro, por eso me abandonó en una iglesia, ¿no? —dice irónicamente Ryan mientras su última palabra se convierte en un sollozo desgarrador.

Entonces en cuando le abrazo. Quiero que sienta que no está solo. Que se puede apoyar en mí. Pienso que todo aquello es un lío que tenemos que aclarar cuanto antes. Y mis pensamientos son todo un hervidero de sensaciones. ¿Qué pasa si resulta que Evan es su padre biológico? ¿Va a querer que yo siga siendo su padre? ¿Por qué lo abandonó su madre? Y los porqués revolotean en mi cabeza una y otra vez sin encontrar respuesta.

CONTINUARÁ...

¡NOS VEMOS PRONTO, MIS LECTORES!

2 comentarios:

  1. Hola EmiRose,gracias por el capi y mi enhorabuena por poner a la venta tus novelas..Mucho exito..Besos,Bella MP

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias!! he estado un tiempo sin entrar y me he encontrado dos capitulos, menudo giro el ei final del segundo, uff!!. Un saludo

    ResponderEliminar